miércoles, 22 de mayo de 2013

La brecha entre países ricos y pobres no está disminuyendo en el campo de las ciencias.

No estamos entre la 100 mejores universidades del mundo pero si tenemos un rector que pecibe de sueldo  2 millones de soles por mes . A proposito del articulo de A. Oppenheimer: Las ciudades lideres en ciencias.
 
La prestigiosa revista Nature Scientific Reports acaba de publicar un mapa mundial de las ciudades más importantes en investigación científica, y los países latinoamericanos brillan por su ausencia:

El mapa muestra que, pese a la persistente superioridad tecnológica de Estados Unidos, el porcentaje de estudios de física originado en Estados Unidos ha caído del 86 por ciento del total mundial en la década de 1960 a menos del 37 por ciento en la actualidad.
   
Boston, Berkeley y Los Ángeles siguen siendo los centros de producción científica más importantes del mundo en la física, pero les siguen Tokio (Japón) y Orsay (Francia). Las lista de las 20 ciudades principales del mundo incluye a Chicago, Princeton, Roma (Italia), Londres (Inglaterra) y Oxford (Inglaterra).

Pero no hay ninguna ciudad latinoamericana entre las primeras 100 ciudades productoras de conocimiento científico del mundo, según la publicación.

Una explicación posible es que las universidades latinoamericanas son bastante buenas en humanidades, pero no están entre las mejores del mundo en ciencias e ingeniería,

En filosofía, hay tres universidades latinoamericanas entre las mejores 50 del mundo (la UNAM de México, en el puesto 32, la Universidad de Sao Paolo de Brasil, en el 41, y la Universidad de Campiñas de Brasil, en el 44).


Según Richard Florida, el mapa revela que pese a todo lo que se escribe sobre el ascenso del mundo emergente, y pese a la desconcentración de los centros científicos, la brecha entre los países ricos y pobres no está disminuyendo mucho en el campo de las ciencias.

Eso es una mala noticia, dice, porque estamos en una economía global basada en el conocimiento, en la que la ciencia y la ingeniería determinan cada vez más la riqueza de las naciones. “En el pasado, la ciencia era un reflejo de la riqueza de un país. Ahora, la ciencia es lo que produce riqueza”, dice Florida.

Es cierto que, afortunadamente, Brasil, México y Chile, entre otros, están poniéndose las pilas y aumentando drásticamente sus intercambios estudiantiles y académicos con universidades del primer mundo, como los asiáticos vienen haciendo desde hace varias décadas.

Y también es cierto que muchos científicos latinoamericanos —individualmente— sobresalen en las principales universidades del mundo.

Pero el mapa de las ciudades líderes en ciencias debería servir como un poderoso recordatorio del fenomenal desafío que enfrentan nuestros países para formar parte de la vanguardia científica mundial.
Habría que poner este mapa a la vista de todos, como un antídoto contra la complacencia, y como un llamado a invertir más y mejor en la investigación científica que más le convenga a cada país

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